jueves, 5 de septiembre de 2013

La historia más antigua del mundo

Annak era un joven campesino sumerio. Sus ancestros emigraron desde el norte de Arabia hacia tierras más fértiles hasta instalarse cerca de la próspera ciudad de Uruk, situada en el fértil curso bajo del río Eufrates. Todo empezó una tarde de estío, Annak bajó con su carro tirado por asnos por las anchas calzadas de la ciudad, hacia la gran plaza, hasta llegar a la torre escalonada de Uruk. Annak apostó allí su pesada carga de trigo al lado de la muralla, y se sentó en una piedra a esperar a su hermano Mesal, con el que había quedado para trocar el grano cosechado.

El camino desde las afueras de Uruk, había sido largo y polvoriento. Sediento, sacó su viejo pellejo de cabra y bebió agua, y de su zurrón cogió una cebolla y un trozo de pan para mitigar su hambre. La plaza estaba muy concurrida, los puestos de agricultores, ganaderos y artesanos se mezclaban entre sí invadiendo todos los rincones. Allí se mercaban los productos por plata o se intercambiaban entre si. Los jóvenes y fuertes guerreros en su rato de ocio, deslumbraban a las féminas relatando sus acciones bélicas, y haciendo alarde de los enemigos hechos esclavos al ser apresados, mientras los niños se separaban de sus madres correteando entre los puestos de la concurrida plaza de Uruk.

Annak esperaba paciente a su hermano. Mesal se dedicaba al pastoreo nómada en las cercanías de la ciudad de Ur en Caldea, ambos recababan dinero para su padre, llamado Talé, con el objeto de poder marchar toda la familia a tierras de Canaán. Mientras Annak descansaba de su largo periplo, su hermano Mesal llegó con su rebaño de corderos. Se saludaron efusivamente pues llevaban meses sin coincidir, y sin perder de vista la carga de grano, se acercaron charlando a la fuente para rellenar su pellejos con agua fresca y para que bebieran del sobrante los sedientos corderos. Al volver hacia el carro de madera de Annak, se acercaron a un grupo de ancianos entre los que se encontraba un viejo y sabio consejero de la ciudad, que contaba un relato sobre un antiguo rey de sumeria. Annak y Mesal interesados por el relato, se recostaron a la sombra sobre una columna del soportal, y comenzaron a escuchar… la historia más antigua del mundo.

Los seres humanos, todos nosotros, no fuimos creados con los demás seres vivos.- relataba el viejo con voz débil y ajada. – En principio el dios del cielo y sus hijos se situaron en lo más alto, y los dioses más antiguos de los orígenes de las aguas, quedaron encargados de cuidar la tierra y de velar el agua para dar sustento a los dioses del cielo. Pero no desearon servirlos y se sublevaron contra ellos. El dios del cielo muy preocupado por la sublevación trato de buscar una forma de solucionar el conflicto. Enki habló con su madre la diosa-madre Tierra, después de deliberar sobre el suceso, decidió coger barro de las aguas de la Sabiduría y mezclándola con parte del Dios ancestral que había comenzado la revuelta, modeló siete figuras que introdujo en el vientre de su madre donde fueron gestados.

Con el paso de nueve meses, la diosa-madre dio a luz a siete seres que fueron los primeros humanos, entre ellos apareció Umul “el de los días remotos”. Estos humanos fueron asignados al cultivo y riego de la tierra, para producir alimentos con los que ofrendar a los dioses, se convirtieron en sus siervos y desde entonces todas las divinidades de los cielos y de las aguas convivieron en paz.

Los hombres se multiplicaron, y empezaron a obrar mal, desobedecer y disputar entre ellos. El cielo decidió castigarlos por su osadía, mandando plagas, hambrunas, y epidemias, aun así la revuelta continuó, hasta que empezó un gran diluvio sobre toda la tierra. Pero Enki escogió a un hombre sabio, al que ordenó construir un arca de madera herméticamente cerrada y proteger ejemplares de todos los seres vivos. Al séptimo día, la lluvia cesó. El arca encalló, y todos los seres vivos que descendieron y repoblaron la tierra, fueron perdonados por los cielos.

Por fin los hombres se organizaron, su entramado cultural creció, perfeccionaron la agricultura y domesticaron animales salvajes, inventaron la rueda y la escritura y se dotaron de reglas y sistemas sociales para su convivencia, apareciendo un primer asentamiento, que con el paso del tiempo dio lugar a la ciudad de Uruk, en la que nos encontramos en este momento. – Añadió el viejo consejero. En la quinta etapa de la ciudad – continuó diciendo el anciano.- Siendo Gilgamesh el quinto rey de la ciudad de Uruk en Sumeria, esta se convirtió en un importante centro religioso. Pero Gilgamesh era un rey poco bondadoso , que se comportaba a menudo como un verdadero déspota, un ser mítico de extraordinaria altura 5,60 metros de alto, compuesto en sus dos terceras partes de esencia divina y que hablaba y se codeaba entre los dioses como uno más de ellos.

Los hombres súbditos de Gilgamesh, se quejaron del comportamiento de su rey ante Annu el padre de los dioses, Annu se dirigió a la diosa Aruru, la creadora de Gilgamesh, proponieédole crear otro ser que le hiciera frente, y le alejase de su gobierno tiránico.

Aruru a partir de arcilla, amasó y moldeó en el campo un ser salvaje, cubierto de pelo, que usaba pieles, comía pasto y pacía con las bestias llamado Enkidu, parejo en fuerza a Gilgamesh, pero el único capaz de poner freno a las provocaciones del rey de Uruk.

Enkidu era un ser salvaje, pero un hombre bueno por naturaleza, que protegía a los animales de los cazadores y que debido a su perseverancia en la protección de los seres vivos llega a los oídos de Gilgameh, como un ser poco atractivo pero de extraordinaria valentía y bondad.

La curiosidad de Gilgamesh le hace planear un plan para atraer a ese magnífico ser a Uruk, y decide enviar en su busca una bellísima prostituta llamada Shamkhat, consagrada al servicio del templo. Shamkhat sale en su búsqueda y cuando consigue contactar con el salvaje, hace que este se quede prendado de su magnífica belleza. La hermosa hieródula intima y cuenta a Enkidu la existencia de las ciudades y sus gentes y lo que es la civilización en Sumeria. Enkidu a través del contacto, durante seis días y seis noches con ella, toma conciencia de su condición humana y empieza a sentirse desplazado del ambiente salvaje en el que había vivido hasta entonces, decidiendo marcharse con Shamkhat hacia Uruk para conocer al rey Gilgamesh.

Enkidu consigue adaptarse rápidamente a la civilización gracias a la ayuda de Shamkhat, pero el encuentro con Gilgamesh supone la lucha de poder de ambos héroes, una batalla de dimensiones de cataclismo que termina con la victoria de Enkidu. Después de aquel feroz combate llega por fin la calma y aparece una incipiente relación entre ellos, que dará lugar posteriormente a una inquebrantable amistad. Pasado algún tiempo, Gilgamesh decide rogar a su madre divina Ninsum, para que considere a Enkidu como un nuevo hijo suyo.

Enkidu adaptado perfectamente a la vida en la ciudad, gozaba de su estatus de persona civilizada, pero añoraba en el fondo su anterior estado primitivo en el que había sido tan feliz. Gilgamesh interesado por los deseos de su gran amigo le consuela hablándole de importantes proyectos, entre ellos el de ir a combatir al dragón gigante Humbaba, ya conocido por Enkidu cuando vivía salvaje cuidando a los animales. Humbaba era un temible ser que vomitaba fuego y guardaba el frondoso bosque de cedros, morada exclusiva de los dioses.

Unos días antes de ir a la batalla, Enkidu tiene un sueño premonitorio que cuenta a Gilgamesh y es interpretado por este como una victoria en la batalla con el dragón en el fantástico bosque. Aun así antes de partir hacia la contienda ataviados con trajes de guerra, ambos héroes deciden invocar al dios Shamash pidiéndole su protección.

Después de varios días de camino encuentran al temible dragón, los dos héroes entablan una lucha feroz contra Humbaba, hasta que Enkidu consigue darle muerte. El bosque de cedros enterado del suceso, comienza a exhalar lúgubres lamentos, mientras los dos amigos sin oponencia alguna, empiezan a talar los árboles destinando varios de los cedros más altos, para construir la futura puerta del templo de Enil en Nippur. Gilgamesh como trofeo se lleva consigo la cabeza del dragón decapitado.

Una vez en la ciudad de regreso de la batalla, el rey de Uruk el gran Gilgamesh descansa y se presenta ante su pueblo con sus atavíos reales. La diosa Ishtar hija de Annu, atraída por la presencia del héroe, le propone su amor, señalándole las ventajas de su unión con una diosa. Gilgamesh sin embrago no se deja impresionar por las seducciones de Ishtar, pues conoce la trayectoria amorosa de la Diosa del amor y la rehúsa, exponiéndole la cantidad de amantes que había tenido, dioses, animales, y hombres, a los cuales les había causado innumerables males. Encolerizada por el desprecio Ishtar acude a su padre Annu, y le pide venganza. Annu envía un Toro celeste a petición de Ishtar para que de muerte a los dos héroes. La bestia enviada arrasa a centenares de hombres pero Gilgamesh y Enkidu dan muerte a la fiera en una terrible batalla. Ishtar maldice a Gilgamesh, pero la osadía de Enkidu supera lo previsto, lanzando un trozo de carne de la bestia descuartizada a la cara de la diosa y profiriéndole insultos.

Aquella misma noche, después de la batalla, Enkidu tiene un sueño que le muestra la realidad sacrílega de sus actos en la contienda. El Dios Annu conocedor de los hechos, decreta la muerte para ambos héroes, pero Gilgamesh al ser un ser parcialmente divino, es perdonado. A Enkidu que es de naturaleza humana se le envía una grave enfermedad que debe sobrellevar durante doce días, lamentándose de haber conocido a la bella hieródula enviada por Gilgamesh. Antes de morir Enkidu tiene otro sueño premonitorio en el que es transportado por un águila de bronce hacia la mansión de Irkalla el guardián de los Infiernos.

Enkidu muere, y el lamento de Gilgamesh que ha presenciado impotente el suceso llega a todos los rincones. En memoria de su amigo construye una estatua funeraria y reza a los dioses. Después errante y apenado decide dirigirse a reflexionar en soledad hacia la montaña.

Gilgamesh se pregunta el significado de la muerte, experiencia hasta el momento desconocida por el, temeroso intenta averiguar como poder el mismo evitarla y conseguir la vida eterna. Al final decide emprender un viaje buscando a Utanapishtim, un antiguo antepasado al que los dioses habían concedido la vida eterna, después de salvarlo del devastador diluvio.

Después de muchos días de viaje llega por fin a doble montaña, lugar por donde sale y se pone el sol. Sus guardianes míticos le advierten que ningún mortal ha conseguido entrar en aquellos parajes, pero su condición divina en sus dos tercios, hace que se le conceda el paso, hacia el jardín de Shamash donde se encontraba el paraíso.

Al llegar por fin a las Aguas de la muerte, en la orilla del océano, el héroe conoce a Siduri, una joven divina que recela de Gilgamesh al verlo ataviado con pieles de animales. El héroe cuenta a la mujer divina el motivo de su viaje y el abandono de la civilización y solicita su ayuda para hallar el camino que conduce al país de la inmortalidad. Sin embargo ella le aconseja que desista, que aproveche su vida terrenal disfrutando de los placeres de esta, olvidándose de sus preocupaciones. La insistencia de Gilgamesh hace que Siduri le indique quien es la única persona capaz de guiarle a través de las aguas de la muerte, señalando Urshanabi como el barquero que guió a Utanapishtin hacia la inmortalidad, después del diluvio con el que los dioses castigaron a la humanidad.

Gilgamesh después de una larga búsqueda consigue por fin contactar con Utanapishtin, y le cuenta el motivo de su visita, y su intención de conseguir la vida eterna. El sabio Utanapishtin somete a una serie de pruebas a Gilgamesh, demostrándole que no esta preparado para la ansiada inmortalidad, pero a instancias de su esposa salvada también en el diluvio, Utanapishtin revela a Gilgamesh una alternativa, la existencia de una planta milagrosa que habita en el lecho marino, y que proporciona la eterna juventud pero en ningún caso la inmortalidad. Gilgamesh conforme se pone en camino hacia el océano y después de una larga búsqueda consigue por fin la preciada planta, pero en un alarde de generosidad la guarda para hacer participe de sus virtudes a los ancianos de Uruk. Una vez de regreso a la ciudad, mientras Gilgamesh se detiene para bañarse y descansar del largo camino, una serpiente olfatea la planta y se apodera de ella, dejando su piel tras de si. Cuando Gilgamesh despierta y descubre lo sucedido llora amargamente por la pérdida, comprendiendo que la inmortalidad no es alcanzable por ningún humano.

Finalmente Gilgamesh se monta triste y desolado en la barca de Urshanabi, y lanzándose al mar contra las olas regresa hacia Uruk. Pensativo durante el largo camino de regreso, asume la realidad de su reinado en la ciudad y su condición de mortal, pero al llegar cerca de Uruk todo cambia cuando divisa las enormes murallas hechas construir por el, y orgulloso le muestra la gran ciudad de la que es rey a Urshanabi, su compañero de viaje…

- Es una magnífica historia. – exclamó Ángeles.

- ¿Os a gustado este relato Sumerio? – preguntó el maestro.

- Es fantástico, es una historia sorprendente para ser tan antigua, ¿como apareció esta civilización? – respondió Ángeles nuevamente.

- Todo comenzó con la creación de pequeños núcleos urbanos y la aparición de la escritura como método de comunicación, estos elementos fueron esenciales para la transición de la prehistoria neolítica a la historia. – continuo explicando el maestro. - Los territorios comprendidos entre los ríos Tigris y Eúfrates zona conocida como Mesopotamia, albergó hacia el año 4.500 AC la cultura Obeid, desarrollándose después el primer asentamiento urbano hasta la fecha conocido de la historia del hombre, Eridú. Mas tarde apareció la cultura de la ciudad de Uruk que fue la que realmente precedió a la cultura Sumeria. En esta ciudad estado del 3.500 AC al 3.000 AC se han encontrado los restos de escritura más antiguos, una lengua de tipo aglutinante escrita sobre tablillas de barro, con una pequeña cuña, llamada escritura cuneiforme. Sobre doce de estas tablillas de barro aparece este relato llamado la Epopeya de Gilgamesh. Es el primer viaje, el primer diluvio, la primera amistad, la primera aventura, la primera dicotomía entre naturaleza y civilización, el primer enfrentamiento a la muerte… la primera novela escrita en verso. Os recomiendo que la leáis completa, no es demasiado extensa.

- ¿En que año vivió Gilgamesh? – pregunté al maestro.

- Se cree que hacia el año 2.650 AC. Pero la escritura del poema se hizo en base a las tradiciones orales y leyendas sumerias. – continuó relatando el maestro. - De las doce tablillas que conforman este, once están escritas probablemente hacia la primera mitad del II milenio AC. La ultima tablilla es una narración independiente escrita hacia final de II milenio AC. De todas formas la epopeya fue posteriormente transcrita para la biblioteca el rey Asurbanipal de Nínive. La ciudad de Nínive fue destruida hacia el año 612 AC por invasores y fue reencontrada en 1.845 DC, por el explorador británico Austen Henry Layard, cerca de la ciudad de Mosul, en el actual Irak.

- Hay muchos episodios de gran similitud entre este poema y algunos relatos del antiguo testamento. - añadí

- En efecto, el diluvio universal, o el origen de Adán entre otros. – dijo el maestro. - Los judíos tenían gran conocimiento de la tradición literaria sumeria por haber sido desterrados como esclavos a Babilonia, y de la egipcia por haber emigrado hacia las tierras del Nilo, de esta última tradición literaria también pudieron tomar supuestamente, inspiración para otros elementos y relatos como el de la historia de Job. – concluyó.

- ¿Los personajes de Annak, Mesal y Talé, tienen cierta similitud con los personajes bíblicos de Nacor, Abraham y su padre Taré relatada en el Génesis? - pregunté al maestro nuevamente.

Es pura coincidencia, es una parte del relato inventada por mi, simplemente hago esta introducción para hacer referencia al proceso de migración gradual desde el año 3.000 AC, por el cual los semitas se extienden desde Arabia hacia el norte, hasta instalarse en Mesopotamia. Los Acadios forman allí un gran reino de lengua Semita, este término hace referencia a los descendientes de Sem, segundo hijo de Noé, (Génesis, 10:21), y (Génesis, 9:24). Que sepáis que la familia lingüística semita, incluye entre otras, las formas más antiguas y modernas del acadio, árabe, arameo, fenicio, y hebreo.

La expectante cara de Ángeles, denotaba que estaba entusiasmada con el fantástico relato, llevábamos toda la tarde sentados al lado del pozo en el patio trasero de la escuela, escuchando los apasionantes relatos del maestro. Estábamos descubriendo posibles conexiones entre la antigua cultura sumeria y el núcleo fundamental de las religiones monoteístas de tradición espiritual, transmitidas por el profeta Abraham, como el judaísmo, cristianismo, islamismo, y bahaísmo. La fría tarde había dejado paso a una preciosa noche estrellada, los astros titilaban por encima de las montañas en el profundo cielo de la sierra norte. De repente una brillante estrella fugaz sesgó el firmamento por encima de nuestras cabezas. El maestro siguió su recorrido con la vista y preguntó al instante.

- ¿Sabéis que los Sumerios eran magníficos astrónomos, y además manejaban cifras de quince dígitos?

- Ángeles y yo le miramos sorprendidos nuevamente.

- Si, así es…- continuó diciendo. - los sumerios eran grandes observadores del cielo, en un sello cilíndrico de barro del III milenio AC, hay una imagen como fondo de una escena en la que se puede ver claramente una estrella con puntas, rodeada de pequeñas esferas que rotan alrededor suyo. Además de una clara representación del sistema solar, esta coincide curiosamente en proporciones con los nueve planetas de nuestro sistema y de sus satélites más importantes. Hay investigadores que sospechan que la representación de algo que no se puede observar a simple vista, fue inspirado por el conocimiento de una raza alienígena, quienes habrían trasmitido también conceptos principales de agricultura, metalurgia o de la propia escritura. La especulación sobre los orígenes de la civilización sumeria son amplios. En la biblia aparecen relatos sobre los nephilim, refiriéndose a unos gigantes que poblaron la tierra, (Génesis, 6:4) y libro de los (Números, 13:3). Estos hijos de Dios o Ángeles caídos, se mezclaron con mujeres humanas, dando lugar a seres híbridos que llegaron a ser muy poderosos. Además el libro de la (Sabiduría, 14:6), que es un deuterocanónico de la Biblia, y el texto apócrifo del libro de Enoc, asume el hecho de la desaparición de los gigantes al diluvio universal, quedando así solamente, la nueva humanidad. Algunas fuentes dicen que estos seres híbridos de las dinastías sumerias antidiluvianas, estos reyes de carne y huesos, muy longevos pero no inmortales, habitaron entre los humanos y enseñaron a estos numerosas habilidades. Los hijos de Annu o Annunakis, seres extraterrestres que vinieron del cielo a la tierra, se convirtieron en reyes sumerios y fueron catalogados de dioses o semidioses por la humanidad.

- Ahora si que me he quedado atónita. – dijo Ángeles.

- Es muy interesante maestro – añadí.

- Es uno de los grandes misterios de la humanidad. – respondió el maestro, - pero en todo caso un tema muy apasionante. Las conexiones entre las culturas son evidentes – continuó diciendo. - algunos faraones egipcios decían que procedían del linaje directo de los dioses. Akhenatón y su mujer Nefertiti que reinaron en el año 1338 AC, tenían una cabeza extrañamente alargada, fruto de una especial herencia genética. Además el faraón poseía un cuerpo extrañamente andrógino. Este tipo de cráneo es encontrado también en yacimientos de las culturas precolombinas, en donde las estatuas son muy similares y los barcos, como los aymaras del Titicaca en Bolivia son idénticos a los egipcios. Estos hallazgos entre culturas tan distantes, señalan también la hipótesis del contacto de estas culturas con los Elohim, a través de la expansión de la cultura atlante. – pero este sería otro tema. – concluyó el maestro

- Otro día podíamos hablar de esto, y de las distintas religiones del mundo. – sugirió Ángeles.

- Por supuesto, es un tema interesantísimo. – indicó el maestro. – otro día podemos continuar, hoy es algo tarde. Quedaros a dormir aquí en Sean en la escuela, y marcháis mañana por la tarde. – añadió. - así por la mañana, podemos dar un paseo hasta la ermita.

- De acuerdo maestro, la verdad es que estamos algo cansados para conducir ahora hasta la ciudad. – contesto Ángeles.

- No se hable más entonces, vamos dentro a preparar algo de cena antes de acostarnos - sugirió de nuevo el maestro.

Y como dos niños a los que acababan de contar un cuento, le seguimos rodeando el pozo, por el camino de piedra que conducía hacia el interior de la casa.

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