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jueves, 16 de octubre de 2014

Radiestesia, gráficos para magia y protección

El gráfico "Yave"

Jean de La Foye, fue un notable radiestesista francés. En los años setenta La Foye colaboró estrechamente en el libro "Mística y magia" de su amigo y cabalista Jean Gastón Bardet. El conocimiento de la lengua hebraica y su relación con la Cábala especulativa, impulsaron a La Foye ha realizar un extenso trabajo radiestésico cabalístico.

El hebreo es una lengua que al ser escrita emite una serie de vibraciones, debido al valor numérico de las letras que forman cada palabra. Véase "Cabala y libros sagrados". La forma de las letras y la combinación de los caracteres confieren a cada palabra y a cada frase, una vibración única y exclusiva.

Jean de La Foye, escribió un tratado extenso sobre radiestesia en su libro "Ondas de vida, ondas de muerte". Su legado totalmente vigente es objeto de estudio por los radiestesistas actuales.

El gráfico "Yave" es un neutralizador de ondas de magia, estas ondas son energías procedentes de magia inconsciente, de magia ritual, o de cualquier tipo de ataque psíquico. Véase "ADN, cuerpos etéricos y emociones". Este gráfico puede ser usado conjuntamente con otras técnicas de defensa psíquica, aumentando su efectividad y neutralizando por tanto las influencias de energía negativa proyectada por la magia ritual.

Gráfico "Yave"
La utilización de este gráfico es sencilla, basta con situar el testimonio (fotografía, mechón de cabello, objeto personal, ropa, ect) objeto que presente la misma frecuencia áurica del afectado, en el centro del gráfico. El tiempo de duración del proceso debe ser determinado a través de una medición en el gráfico del reloj radiestésico. Este gráfico reloj puede ser realizado por el mismo radiestesista.


El gráfico "Forma Yave"

Otro gráfico cabalístico del extenso legado de Jean de La Foye es este tetragrama hebreo.

la "forma Yave" es un gráfico de antimagia ambiental publicado en la obra del cabalista francés Jean Gastón Bardet "Mística y magia". El radio de acción de este gráfico varía dependiendo del peso de la plancha a la que se fije. La dimensión del gráfico debe ser de 18cm x 30cm. La colocación del gráfico debe mantener perfectamente la horizontalidad, con el caracter Waw orientado a 355º magnéticos, teniendo en cuenta la declinación del lugar en que es colocado.



El gráfico "Símbolo místico"

Este nuevo pentáculo cabalístico, es sutoria de Vasariah, fue publicado por primera vez en su obra "Tratado de alta magia"

"...poderoso pentáculo místico usado para expulsar las malas vivraciones del bajo astral. Protege contra visitantes nocturnos."

la expresión hebrea de este gráfico se puede traducir como "El nombre de Jesús en los cielos". Además este pentáculo se usa en prácticas de desarrollo espiritual, mediante su visualización durante unos minutos.

Cuando se usa como antimagia ambiental, como objeto de decoración, su vibración proteje contra el mal de ojo. En este caso el Yod debe quedar situado en la parte superior del pentágrama. Cuando se usa con testimonio, este deberá situarse sobre la letra central.


Más información en: Los gráficos en radiestesia (Antonio Rodrigues)

miércoles, 13 de agosto de 2014

Magia sagrada

"Voluntad, amor, e imaginación, son poderes mágicos en las manos de todo el mundo, el que sabe servirse de ellos es un mago"

La magia es simple, común, hacemos magia incluso sin saberlo. Constantemente del Todo tomamos los elementos precisos que deseamos, nuestra voluntad libera las fuerzas elegidas, reunimos sus energías y proyectamos la idea. Es simple. El pensamiento es creador.

El amor como pensamiento promotor, hace que la energía emerja como un vehículo, para que la fuerza creadora de la palabra de paso a la magia. Esta es la verdadera magia, la única magia sagrada, la que no daña el karma. La magia que fluye a través del pensamiento y que es conducida por la palabra. Que parte de un estado de consciencia alterado pero de conciencia elevado. La magia virtuosa que respeta el libre albedrío, una magia que no necesita de ritos, ni objetos, ni de hechizos, solo de amor voluntad e imaginación.

Una voluntad que otorgue la facultad de decidir y ordenar la propia conducta con libre determinación. Un amor que proporcione el sentimiento de afecto, inclinación, y entrega, además del esmero para trabajar cualquier aspecto deleitándose con el. Una imaginación que nos abra la puerta a la facultad que posee el alma, para representar y proyectar las imágenes de las cosas reales e ideales.

Los poderes que otorga la magia son amplios, están enumerados uno por uno en los viejos manuscritos cabalísticos. Son los privilegios de quien tiene en la mano derecha las llaves de Salomón y en la izquierda la rama del almendro florido. Dejan mirar a Dios directamente a los ojos, abrir las puertas del Templo de la Sabiduría y conversar con los doce sabios. Dominan la aflicción y el miedo, y ponen en su causa a los siete caudillos del ejército celestial. El secreto de la vida eterna y la llave de la inmortalidad reside en ellos.

martes, 5 de agosto de 2014

Demonios y exorcismos

La palabra exorcismo procede del griego (exorkismo), formado por el prefijo ex (fuera) la palabra horkos (juramento) y el sufijo ismos (sistema), por tanto "obligar con juramento a efectuar algo". Algunos autores indican que la deidad romana Orcus, pueda ser una transliteración de la palabra griega horkos. Este término que fue adoptado por la mitología romana, alude a un demonio que vigilaba las puertas del infierno para impedir que las almas las abriesen y entraran las potencias divinas.

Estas creencias son antiquísimas, los egipcios consideraban a los demonios causantes de desgracias y enfermedades humanas, incluso capaces de impedir el viaje de regreso a ultratumba al ser atacados por estos. En Sumeria los sacerdotes rompían estatuillas que representaban los demonios provenientes del desierto, con el fin de alejar y destruir a los mismos. La tradición judía llama "dybbuk", al alma de un desencarnado que escapando del infierno poseía a una persona. El rito de expulsión de espíritus constituyen en muchos casos una explicación acorde a los conocimientos de la época sobre enfermedades mentales, un campo incluso poco desarrollado actualmente.

Todos los pueblos han creído en la existencia de espíritus malignos, a quienes han atribuido los efectos dañinos que han afectado a la naturaleza y principalmente al hombre. Si estudiamos los libros mas arcaicos del Antiguo Testamento, encontramos referencias a estos espíritus. Isaías denomina a estos seres como sátiros "y los sátiros brincaron allí..." también habla de que estos seres serán recibidos por animales aulladores, el macho cabrío llamará a los de su especie, y el monstruo nocturno "Liliz" se estableciera con ellos.

En el libro primero de Samuel, se cuenta que el espíritu del Señor se apartó de Saul, y un espíritu oscuro comenzó a atormentarle. La única forma de que el espíritu oscuro se apartara de Saul, era que un hombre como David, que el Señor estaba con el, tocase el arpa a su lado.

En la posesión diabólica de Sara, narrada por Tobías, el espíritu maligno no la infringía daño alguno, pero si había intervenido en la muerte de sus siete primeros maridos. El arcángel San Rafael es definitivamente quien arroja al demonio fuera de Sara.

El hexagrama y el pentágrama aparecen por primera vez en los mezuzot, unos rollos con pasajes bíblicos que los judíos ponen en las jambas de las puertas. También aparece en prácticas mágicas y, posteriormente, en distintos talismanes de diferentes culturas. Los dibujos mágicos del hexagrama y del pentágrama se conocen como sellos, de acuerdo a la idea de que la persona se sella a sí misma con estos arquetipos, para protegerse de los espíritus dañinos. Este término está ligado a la leyenda que refiere que el rey Salomón controlaba a los demonios por medio de un sello anular especial en el que estaba grabado el Tetragrama. El sello no tenía más que un poder, el de proteger de las fuerzas malévolas. Véase "El sello de Salomón II"

En el Nuevo Testamento se presenta al diablo como príncipe de este mundo, cuyo dominio pesa sobre toda la humanidad. Su influjo alcanza la misma naturaleza irracional, incitando al hombre al pecado mediante la tentación, oprimiéndole corporal y psíquicamente, e incluso llegando a posesionarse de él.

Jesús expulsó a muchos demonios de los posesos, pero es preciso distinguir esta expulsión de la simple sanación de un enfermo, que a veces ostenta síntomas similares. En el caso de la sanación, Jesús se dirige al enfermo y simplemente con su palabra o sirviéndose de un gesto simbólico, o arquetipo, cura la enfermedad. En el caso de un exorcismo Jesús se dirige al espíritu maléfico, a quien a veces interroga o hace callar, sin prácticas que ostenten el menor viso de magia manda al diablo abandonar su víctima simplemente con el imperativo de la palabra divina, que es la palabra del Padre, y la fuerza del Espíritu Santo.

Mateo narra como el Señor concedió este mismo poder a los Apóstoles, y les confirió ese don junto con los milagros. Desde entonces los discípulos utilizaron casi siempre el nombre de Jesús para arrojar los demonios. Los Hechos de los Apóstoles narran varios exorcismos efectuados por San Pablo, estos procesos requieren de una manifestación de fe viva, acompañada de una conducta intachable. Sin esta premisa resulta inútil arrojar a los demonios fuera del poseído.

La iglesia siempre ha tenido una intensa y constante persecución en contra de cualquier manifestación o información de carácter ocultista, pero sin abandonar sus propias técnicas mágicas de invocación relacionadas con los exorcismos, ritos o ceremonias. Varios han sido los libros escritos por expertos de la Curia, con el fin de establecer un método de contacto con entes o espíritus muchos de ellos catalogados como demoniacos, resultando paradójico la perseverancia y firmeza con la que se ha perseguido históricamente a los practicantes de métodos ocultistas. Hay por tanto una tradición eclesiástica en la recopilación de datos e investigación sobre este perseguido mundo, desde el "Malleus Maleficarum" autentica obra de referencia en exorcismos, hasta otras de menor interés como el "Gran Grimorio del Papa Honorio" demuestran que la Iglesia desarrolla técnicas ocultistas, pero silenciadas a la opinión publica.

En la actualidad sólo una de cada cuatro diócesis tiene exorcistas. La presencia de exorcistas en las diócesis es bastante escasa aunque los obispos están cambiando esta tendencia ante el aluvión de casos que están llegando. Una de las grandes diócesis europeas como Milán, quizás la más importante después de Roma, optó por aumentar el número de exorcistas. El cardenal Angelo Scola, uno de los que sonó como papable en el pasado Cónclave, multiplicó el número de exorcistas de la Diócesis pasando de seis a doce.

El caso de Madrid es llamativo pero no único. El arzobispo ha nombrado de una vez ocho exorcistas tras la avalancha de peticiones y de casos en los que existiría una influencia maléfica o influencia demoniaca, según fuentes de la Iglesia Católica. Este hecho coincide prácticamente en el tiempo, con el supuesto exorcismo, luego desmentido por el Vaticano, realizado por el Papa Francisco en plena Plaza de San Pedro el día de Pentecostés.

La Iglesia Católica ha optado en numerosas ocasiones por hablar poco o nada sobre el tema de exorcismos, la excepción más importante ha sido la del conocido y polémico padre Amorth, exorcista del Vaticano y formador de gran parte de los exorcistas tanto laicos como religiosos de todo el mundo. Este veterano sacerdote asegura que "la verdadera carta vencedora del demonio, sin embargo, es estar siempre escondido y la cosa que más desea es que no se crea en su existencia. Él nos estudia a cada uno y nuestras tendencias al bien y al mal, y después suscita la tentación, aprovechándose de nuestras debilidades".

El Vaticano, a través de su Universidad “Athenaeum Pontificium Regina Apostolorum”, ha iniciado un segundo ciclo de cursos dirigido a aquellos sacerdotes católicos que deseen entrenarse en la lucha contra el satanismo. Se trata del primer título oficialmente reconocido por la Iglesia Católica en esta asignatura. El curso, que se ha inaugurado con unos 120 alumnos, dura diez semanas e incluye clases sobre ritos de exorcismo y psicología clínica para aprender a distinguir un esquizofrénico de un ser endemoniado. El curso de exorcismo, que este año celebra su segunda edición, está abierto por primera vez a laicos, entre ellos catequistas, psiquiatras o abogados, aunque los ritos para expulsar al demonio de un cuerpo están reservados a los obispos y sacerdotes designados por ellos.

Pero la sanación espiritual no es un tema que compete única y exclusivamente a la iglesia Católica. Hay que destacar que la iconografía mítica o mental del católico tiene una imagen antropomorfa del diablo, del que piensa que intenta resolver sus asuntos al puro estilo humano. En este tema existe bastante disparidad tanto entre los distintos sacerdotes habilitados por el Vaticano para realizar exorcismos, como entre aquellos que los realizan sin el permiso de la Curia. Por tanto la iconografía mítica o mental del observador, ya sea exorcista o poseido, católico o agnóstico, será decisiva a la hora de formar un criterio sobre la naturaleza demoniaca, los espíritus, o simplemente sobre las energías inferiores.

Y comprendo que el único diablo del que el hombre tiene que redimirse es su ego, su yo inferior, si el hombre ha de encontrar al diablo, tiene que buscarlo dentro de si mismo, su nombre es ego. Si el hombre ha de encontrar a su salvador, tiene que buscarlo dentro de si mismo, y cuando el ego demonio ha sido destronado, el salvador Amor, será alzado al trono del poder. El David de luz es pureza, que mata al fuerte Goliat de oscuridad, y que sienta al verdadero rey, al Amor, en lo más elevado del ser, en el sitio que le corresponde, en su trono. (Evangelio Apócrifo de Levi H. Dowling)

Sig Lonegren, uno de los mas afamados radiestesistas de los Estados Unidos, describió una energía que llamó "upper". Además, curiosamente localizó su contrario, una especie de agujero negro "downer" que absorbía esta energía y que aparecía en casos donde había existido grandes dosis de odio, violencia, o magia negra. Esta energía aparecía también en almas descarriadas, y en procesos que parecían ser similares a la esquizofrenia. Muchos sanadores en sus sesiones son capaces de reparar estas anomalías a través de la columna de energía divina. Véase "La columna de luz sagrada"

Medición radiestésica de un agujero negro absorbiendo la columna de luz sagrada

Los dirigentes de la iglesia mantendrán una intensa y costante persecución en contra de cualquier manifestación o información de carácter ocultista. Su mensaje siempre ha utilizado el arma del miedo para no perder su hegemonía. En algunos casos son los propios exorcistas, que en el ejercicio de su encomiable labor utilizan la colaboración de videntes y mediums, o indican a los supuestamente poseídos solicitar sus servicios. La iglesia condena ciertas prácticas que ella misma utiliza, y por supuesto no abandona sus propias técnicas mágicas de invocación relacionadas con los exorcismos, ritos o ceremonias.


lunes, 20 de enero de 2014

Alta Magia

A través del velo de todas las alegorías hieráticas y místicas de los antiguos dogmas, a través de las tinieblas y de las bizarras pruebas de todas las iniciaciones, bajo el sello de todas las criaturas sagradas, en las ruinas de Nínive o de Tebas, sobre las carcomidas piedras de los antiguos templos y sobre la ennegrecida faz de las esfinges de Asiria o de Egipto, en las monstruosas o maravillosas pinturas que traducen para los creyentes las páginas sagradas de los Vedas, en los extraños emblemas de nuestros antiguos libros de alquimia, en las ceremonias de recepción practicadas por todas las sociedades secretas,se encuentran las huellas de una misma doctrina y en todas partes, cuidadosamente oculta. La filosofía oculta parece, pues, haber sido la nodriza o la madrina de todas las religiones, la palanca secreta de todas las fuerzas intelectuales, la llave de todas las oscuridades divinas y la reina absoluta de la sociedad, en las edades en que ella estaba exclusivamente reservada a la educación de los sacerdotes y de los reyes.

Había reinado en Persia con los magos, que un día perecieron, como perecen los dueños del mundo, por haber abusado de su poder; había dotado a la India de las más maravillosas tradiciones y de un lujo increíble de poesía, de gracia y de terror en sus emblemas; había civilizado a Grecia mediante los cuidados de la lira de Orfeo; ocultaba los principios de todas las ciencias y de todos los progresos del espíritu humano, en los audaces cálculos de Pitágoras; la fábula estaba llena de sus milagros, y la historia, cuando trataba de juzgar ese poder desconocido, se confundía con la fábula; derrumbaba o afirmaba los imperios por sus oráculos; hacía palidecer a los tiranos sobre su trono, y dominaba en todos los espíritus por la curiosidad o por el temor. A esta ciencia, decía la muchedumbre, nada le es imposible; manda a los elementos, sabe el lenguaje de los astros y dirige la marcha de las estrellas; la luna, a su vez, cae sangrando desde el cielo; los muertos se levantan de sus tumbas y articulan palabras fatales.que el viento de la noche repercute. Dueña del amor o del odio, la ciencia puede dar a su antojo, a los corazones humanos el paraíso o el infierno; dispone, a su placer, de todas las formas y distribuye como le place, la fealdad ola belleza; cambia, a su vez, con la varilla de circe, a los hombres en brutos y a los animales en hombres; dispone también de la vida o de la muerte y puede conferir a su adepto la riqueza, por la transmutación de los metales y la nmortalidad por su quinta esencia y su elixir, compuesto de oro y de luz. He aquí lo que había sido la Magia desde Zoroastro hasta Manes, desde Orfeo hasta Apolonio de Tiana, cuando el cristianismo positivo, triunfante, al fin de los hermosos sueños y de las gigantescas aspiracionés, de la escuela de Alejandría, osó fulminar publicamente su filosofía con su anatema, reduciéndola, por esta causa, a ser más oculta y más misteriosa que nunca.

De otra parte, circulaban con respecto a los iniciados y a los adeptos, rumores extraños y alarmantes; esos hombres estaban rodeados por todas partes de una influencia fatal; mataban o hacían enloquecer a aquellos que se dejaban arrastrar por su meliflua elocuencia o por el prestigio de su sabiduría. Las mujeres a que amaban se convertían en Estriges, sus hijos desaparecían en los conventículos nocturnos, y se hablaba, en voz baja y temblando, de sangrientas orgías y de abominables festines. Se habían encontrado osamentas en los subterráneos de los antiguos templos; se habían escuchado alaridos durante la noche; las cosechas se malograban y los rebaños anguidecían,cuando el mago pasaba por delante de aquéllas y de éstos. Enfermedades, que desafiaban el arte de la medicina, hacían su aparición en el mundo —decían-- bajo las venenosas miradas de los adeptos. En fin, un grito universal de reprobación se eleva contra la magia, cuyo solo nombre es un crimen, y el odio del vulgo se formula por este decreto: «¡Al fuego los magos!», como se había dicho algunos siglos antes: «Los cristianos a los leones.»

Las multitudes no conspiran más que contra los poderes reales; no tienen la ciencia de lo que es verdadero, pero sí tienen el instinto de lo que es fuerte. Estaba reservado al siglo XVIII el reirse, a la vez, de los cristianos y de la magia, cubriendo de fango de igual modo las homilías de Jean-Jacques que los prestigios de Cagliostro. Sin embargo, en el fondo de la magia hay ciencia, como en el fondo del cristianismo hay amor, y en los símbolos evangélicos vemos al Verbo encarnado, adorado en su infancia por tres magos a quienes guía una estrella (el ternario y el signo del microcosmos) y recibiendo de ellos el oro, el incienso y la mirra; otro temario misterioso bajo cuyo emblema están contenidos alegóricamente los más elevados
secretos de la cábala.

El cristianismo no debía odiar a la magia; pero la ignorancia humana siempre tiene miedo de lo desconocido. La ciencia se vio obligada a ocultarse para librarse de las apasionadas agresiones de un amor ciego; se envolvió en nuevos jeroglíficos, disimuló sus esfuerzos y disfrazó sus esperanzas. Entonces fue creada la jerga de la alquimia, continua decepción para el vulgo, ansioso de oro, pero lengua viva para los verdaderos discípulos de Hermes.

Y ¡cosa singular! existen en los sagrados libros de los cristianos, obras que la Iglesia infalible no tiene la pretensión de comprender, ni ha tratado nunca de explicar; la profecía de Ezequiel y el Apocalipsis; dos clavículas cabalistas, reservadas sin duda en el cielo para que los comenten los reyes magos; libros terrados y sellados con siete sellos para los fieles creyentes y perfectamente claros para el infiel iniciado en las ocultas ciencias.

Otro libro existe aún; pero éste, aunque sea hasta cierto punto popular y se le encuentre por todas partes, es más oculto y el más desconocido de todos, porque contiene la clave de todos los demás; se le ha dado publicidad, sin ser conocido por el público; no se preocupen de pensar en dónde está, porque perderían mil veces el tiempo. Este libro,más antiguo quizá que el de Enoc, jamás ha sido traducido, y está escrito totalmente en caracteres primitivos y en páginas sueltas como las tabletas de los antiguos. Un distinguido sabio ha revelado su existencia, siendo de advertir que lo que le ha llamado la atención, no ha sido precisamente el secreto, sino la antigüedad y su singular conservación; otro sabio, pero de un espíritu más fantástico que juicioso, se ha pasado treinta años estudiándolo, sin comprender nada más que su indiscutible importancia. Se trata, en efecto, de una obra monumental y singular, sencilla y fuerte como la arquitectura de las pirámides, y duradera, por consiguiente, como ellas; libro que resume todas las ciencias y cuyas infinitas combinaciones pueden resolver todos los problemas; libro que habla y hace pensar; inspirador y regulador de todas las combinaciones posibles; la obra maestra quizá del espíritu humano, y seguramente una de las más hermosas que nos ha legado la antigüedad; clavícula, cuyo nombre no ha sido comprendido y explicado más que por el sabio iluminado Guillaume Postel; texto único, cuyos primeros caracteres, tan sólo extasiaron el espíritu religioso de San Martin,y hubieran dado la razón al sublime e infortunado Swedenborg. Este libro —ya hablaremos de él— y su explicación matemática y rigurosa, será el complemento y la corona de nuestro concienzudo trabajo. La alianza original del cristianismo y de la ciencia de los magos, si queda una vez más bien demostrada, no será un descubrimiento de mediana importancia, y no dudamos que el resultado de un estudio serio de la magia y de la cábala, no conduzca a los espíritus serios a la conciliación, considerada hasta el presente como imposible, de la ciencia y del dogma, de la razón y de la fe.

Ya hemos dicho que la iglesia, cuyo atributo especial es el depósito de las llaves, no pretende tener las del Apocalipsis o de las visiones de Ezequiel. Para los cristianos y en opinión suya, en clavículas científicas y mágicas de Salomón se han perdido. Es cierto, sin embargo, que en el dominio de la inteligencia, gobernada por EL VERBO, nada de lo que está escrito se pierde, solamente las cosas que los hombres cesan de comprender, no existen ya para ellos, al menos como verbo. Estas cosas penetran, entonces, en el dominio del enigma y del misterio.

De otra parte, la antipatía y aun la guerra abierta de la Iglesia oficial contra todo lo que entra en el dominio de la magia, que es una especie de sacerdocio personal y emancipado, obedece a causas tan necesarias e inherentes como las del sacerdocio cristiano. La iglesia ignora lo que es la magia porque debe ignorarlo todo o perecer,como lo demostraremos más tarde. La conoce menos que su misterioso fundador, que fue saludado en su cama por los tres magos, es decir, por los embajadores hieráticos de las tres partes del mundo conocido y de los tres mundos analógicos de la filosofía oculta.

En la escuela de Alejandria la magia y el cristianismo se dan casi la mano bajo los auspicios de Ammonio Saccas y de Platón. El dogma de Hermes se encuentra casi todo entero en los escritos atribuidos a Dionisio el Areopagita. Sinesio traza el plan de un tratado de los sueños, que debía ser comentado más tarde por Cardan, y compuesto de himnos que podría servir a la liturgia de la iglesia de Swedenborg, si una Iglesia de iluminados pudiera tener una liturgia. Es también en esta época de abstracciones ardientes y de logomaquias apasionadas cuando se une el reinado filosófico de Juliano,llamado el Apóstata, porque en su juventud había hecho, en contra de su voluntad,profesión de fe en el cristianismo. Todo el mundo sabe que Juliano tuvo la desgracia de ser un héroe de Plutarco, fuera de razón, y fue, si así puede hablarse, el Don Quijote de la Caballería romana; pero lo que todo el mundo no sabe es que Juliano era un iluminado y un iniciado de primer orden; era un individuo que creía en la unidad de Dios y en el dogma universal de la Trinidad; era, en una palabra, un ser que no admitía del antiguo mundo más que sus magníficas símbolos y sus muy graciosas imágenes.

Juliano no era pagano, sino un gnóstico atiborrado de las alegorías del politeísmo griego, y que tenía la desgracia de encontrar menos sonoro el nombre de Jesucristo que el de Orfeo. Como emperador pagó sus gastos de colegio como filósofo y como retórico, y, después que se hubo dado a sí mismo el placer de expirar como Epaminondas, con las frases de Catón, tuvo de la opinión pública, ya toda cristiana, anatemas por oración fúnebre y un epíteto deshonoroso por última celebridad.

Pasemos por alto las pequeñeces del Bajo Imperio y lleguemos ala Edad Media... Tomad ese libro, leed en la séptima página y sentaos después sobre el manto que yo voy a extender y con una de cuyas puntas nos taparemos los ojos... Vuestra cabeza da vueltas, ¿no es eso, y os parece así como si la tierra huyera de vuestro pies?Manteneos firmes y no mirdis... El vértigo cesa; hemos llegado. Levantáos y abrid los ojos; pero guardáos de hacer ningún signo y de pronunciar ninguna palabra cristiana. Estamos en un paisaje de Salvador Rosa. Es un desierto que reposa después de haberse desencadenado en él una tormenta. La luna no resplandece en el cielo. Pero, ¿no veis oscilar las estrellas por entre los matorrales? ¿No escucháis a vuestro alrededor el revoloteo de gigantescos pájaros que, al pasar, parece que murmurarán palabras estrañas? Aproximémonos silenciosamente a la. encrucijada. Una ronca y fúnebre trompeta se deja oir; una infinidad de antorchas e iluminan por todas partes. Una numerosa asamblea se congrega alrededor de un círculo que está vacío; miran y esperan. De pronto, todos los concurrentes se prosternan y murmuran: ¡Helo ahí, helo ahí! ¡Es él! Un príncipe con cabeza de macho cabrío llega contoneándose, sube sobre su tmno, se inclina y presenta a la asamblea un rostro humano, al que todo el mundo acude, cirio negro en mano, a ofrecerle un saludo y un ósculo; luego se endereza, lanza una carcajada estridente y distribuye a sus fieles oro, instrucciones secretas, medicinas ocultas y venenosas. Durante esta ceremonia las malezas se incendian y arden mezcladas con osamentas humanas y grasas de suplicios. Druidesas coronadas de una planta parecida al perejil y de verbena sacrifican con falces de oro niños sustraídos al bautismo y preparan horribles ágapes. Las mesas se ponen; los hombres enmascarados se colocan al lado de las mujeres semidesnudas, y comienza la bacanal. Nada falta allí, excepto la sal, que es el símbolo de la sabiduría y la inmortalidad.

Corre el vino a torrentes, dejando manchas semejantes a la sangre; comienza las conversaciones y las caricias obscenas; toda la concurrencia está borracha de vino, de lujuria y de canciones deshonestas. Todo el mundo se levanta en desorden y se forman los corros infernales... Llegan entonces todos los monstruos de la leyenda, todos los fantasmas de las pesadillas; sapos enormes tocan la flauta al revés, y soplan, apretando las ancas con sus patas; escarabajos cojitrancos se mezclan en la danza; cangrejos hacen sonar las castañuelas; cocodrilos hacen piruetas con sus escamas; llegan elefantes y mamuts vestidos de Cupido y levantan las patas como si danzaran... Luego los corros se deshacen y se dispersan... se apagan, perdiéndose el humo entre las sombras... Aquí,allí y allá se escuchan gritos, carcajadas, blasfemias y estertores... Vamos, despertaos,y no hagáis el signo de la cruz. Yo os he transportado y estáis en vuestro lecho, os encontráis un tanto fatigados, un poco si es, noes magullados, a causa del viaje y de la mala noche; pero habéis visto una cosa de la que todo el mundo habla sin conocerla.

Estáis iniciados en terribles secretos como del antro de Trofonio. ¡Habéis asistido al Sabbat! De desear es que no os volváis locos y que os mantengáis en un saludable temor de la justicia y a una distancia respetuosa de la Iglesia y de sus hogueras.¿Queréis ver ahora alguna cosa menos fantástica, más real, y verdaderamente terrible? Pues os haré asistir al súplicio de Jacques de Molay y de sus cómplices, o de sus hermanos en martirio... Pero, no os engañéis y no confundáis al culpable con el inocente. ¿Han adorado realmente los templarios a Baphomet, o han dado un humilde abrazo a la faz posterior del macho cabrío de Mendés? ¿Qué era, pues, esa asociación secreta y poderosa que ha puesto en peligro a la Iglesia y al Estado y la cual exterminaron sin oírla? No juzguéis nada a la ligera; son culpables de un gran crimen, han dejado ver a los profanos el santuario de la antigua iniciación; han recogido para repartirlo entre sí, y hacerse los dueños del mundo, los frutos de la ciencia del bien y del mal. El decreto que los condena se remonta más allá que el mismo tribunal del Papa o de Felipe el Hermoso. «El día que comas de este fruto, morirás», había dicho el mismo Dios, según vemos en el Génesis.

¿Qué ha ocurrido en el mundo y por qué los sacerdotes y los reyes han temblado? ¿Qué poder secreto amenaza las tierras y las coronas? He ahí algunos locos que corren de país en país y que ocultan, según dicen, la piedra filosofal, bajo sus harapos y su miseria.Pueden cambiarla tierra en oro, y sin embargo ¡carecen de pan y de asilo! Su frente está ceñida por una aureola de gloria y por un reflejo de ignominia. Eluno ha encontrado la ciencia universal y no sabe cómo morir para escapar a las torturas de su triunfo: es el mallorquín Ramon Liull. El Otro cura con remedios fantásticos las enfermedades imaginarias y ofrece un formal mentís al proverbio que comprueba la ineficacia de un cauterio en una pierna de madera; es el maravilloso Paracelso, siempre ebrio y siempre lúcido como los héroes de Rabelais. Aquí es Guillaume Postel, que escribe ingenuamente a los Padres de Concilio de Trento que ha encontrado la doctrina absoluta, oculta desde el comienzo del mundo y que ya se le hace tarde en compartirla con los demás. El Concilio no se inquieta del loco y ni aun se digna condenarle, pasando al examen de cuestiones tan graves como la gracia eficaz y la gracia suficiente.

Aquel que vemos morir pobre y abandonado es Cornelio Agrippa, el menos mago de todos, y a quien el vulgo se obstina en considerarle como el mayor hechicero del mundo, porque era a veces satírico y mistificador. ¿Qué secreto se han llevado todos esos hombres a sus tumbas? ¿Por qué se les admira sin haberlos conocido? ¿Por qué se les condenó sin escucharlos? ¿Por qué están iniciados en esas terribles ciencias ocultas de las que la Iglesia y las sociedad tienen miedo? ¿Por qué saben ellos los que los demás hombres ignoran? ¿Por qué disimulan ellos lo que todo el mundo arde en saber? ¿Por qué están investidos de un poder terrible y desconocido? ¡Las ciencias ocultas! ¡La magia! He aquí dos palabras que os dicen todo y que aún pueden hacernos pensar más. De osmnire scibili et quibusdam alu.

¿Qué es, por tanto, la magia? ¿Cuál ém el poder de esos hombres tan perseguidos y tan fieros? ¿Por qué si eran tan fuertes no han vencido a sus enemigos? ¿Por qué si eran tan insensatos y tan débiles se les dispensaba el honor de temerles? ¿Existe una magia, existe verdaderamente una ciencia oculta que sea ciertamente un poder y que opere prodigios capaces de competir con los milagros de las religiones autorizadas?

A estas preguntas principales responderemos con una palabra y con un libro. El Libro será la justificación de la palabra y esta palabra es: sí, ha existido y existe todavía una magia poderosa y real; sí, todo cuanto las leyendas dicen es cierto; aquí, única y contrariamente a lo que ocurre generalmente, las exageraciones populares no estaban sólo de lado sino muy por debajo de la verdad.

Sí, existe un secreto formidable cuya revelación ya ha trastornado el mundo, como lo atestiguan las tradiciones de Egipto, resumidas simbólicamente por Moisés en el comienzo del Génesis. Este secreto constituye la ciencia fatal del bien y del mal y su resultado, cuando se divulga, es la muerte. Moisés lo representa bajo la figura de un árbol que está en el centro del paraíso terrenal, y vecino, y con las raíces comunes al árbol de la vida; los cuatro ríos misteriosos, toman su manantial al pie de este árbol, que está guardado por la espada flameante y por las cuatro firmas de la esfinge bíblica, el querubín de Ezequiel... Aquí debo detenerme y hasta temo haber dicho demasiado.

Sí, existe un dogma único, universal, imperecedero, fuerte como la razón suprema, sencillo como todo lo que es grande, inteligible como todo lo que es universalmente y absolutamente verdadero, y este dogma ha sido el padre de todos los demás. Sí, existe una ciencia que confiere al hombre prerrogativas, en apariencia sobrehumanas, helas aquí tales y como yo las he hallado enumeradas en un manuscrito hebreo del siglo XVI. He aquí ahora cuáles son los privilegios y los poderes del que tiene en su mano derecha las clavículas de Salomón, y, en la izquierda, la rama florida del almendro.

Fuente: Dogma y ritual de la Alta Magia (Introducción) Eliphas Levi

Libros de Eliphas Levi en la red: http://www.miguelangelvargascruz.com/librosdeeliphaslevi_blog_39.html