Viene de "El Dios del Amor"
Tercera parte.
Muchas veces no esperamos a tener nuestra propia experiencia de Dios, sino aceptamos como en el caso de los escritos que consideramos sagrados, la experiencia de los demás. Negamos nuestra propia experiencia en favor de lo que nos han dicho que pensemos. La mayoría de los autores de los escritos que consideramos sagrados, no conocieron ni vivieron personalmente las épocas narradas. Vivieron muchos años después. Fueron grandes creyentes y grandes historiadores los que recogieron la tradición oral de sus ancianos.
Debemos saber que somos seres divinos, seres triples, que nos componemos de cuerpo, mente y espíritu. O llamado de otro modo, físico, no físico y metafísico. Esta es la Santa Trinidad a la que tantas veces hacemos referencia, y que la hemos definido de muchas maneras. Los psiquiatras reconocen este triunvirato, lo han llamado, consciente, subconsciente y superconsciente. Los filósofos lo han llamado, el ello, el yo, y el superyo. La ciencia lo llama, energía, materia, y antimateria. Los poetas, mente, corazón y alma. Nuestro tiempo se divide en pasado, presente y futuro. El espacio se puede dividir en aquí, allí, y el espacio intermedio. Pero en definitiva este espacio intermedio resulta difícil y escurridizo a la hora de definirlo, es lo que mantiene el aquí y el allí en su sitio, del mismo modo que el eterno ahora mantiene el antes y el después en su sitio. Podíamos llamarlo pensamiento, palabra y acción. Los tres juntos producen algo muy importante, un resultado llamado sentimiento o experiencia.
Nuestra alma, subconsciente, ello, espíritu, pasado etc. es la suma total de todos los sentimientos que hemos tenido o creado. Nuestra consciencia de alguno de ellos se denomina recuerdo, cuando reunamos de nuevo todas nuestras partes, habremos remembrado Quien Realmente Somos.
El proceso de creación se inicia con el pensamiento, una idea o un concepto mental. Todo lo que vemos fue una vez idea de alguien, nada existe en nuestro mundo que no haya existido antes como pensamiento.
El pensamiento es el primer nivel de creación. A continuación viene la palabra. Todo lo que se dice es pensamiento expresado, y constituye un nivel de vibración distinto al pensamiento, convirtiéndose en el segundo nivel de creación.
A continuación viene la acción, palabras en movimiento. Las palabras son pensamientos expresados. Los pensamientos ideas formadas. Las ideas energías reunidas. Las energías son fuerzas liberadas. Las fuerzas son elementos existentes. Los elementos son partículas de Dios, porciones del Todo, la sustancia del Todo.
El principio es Dios, el final es la acción. la acción es Dios creando, o Dios experimentando.
Todo lo que vemos en nuestro mundo es el resultado de nuestra idea sobre ello, debemos cambiar la idea sobre nosotros mismos, y pensar, actuar, y hablar, como la parte de Dios que somos. Adoptar esta verdad significaría el fin del odio y del temor, de la guerra y de la intolerancia. El fin de todas las condenas y asesinatos que se han cometido en el nombre de Dios. El fin de la ley del mas fuerte, de la lealtad y del homenaje por el temor, el fin del mundo que conocemos y que nosotros hemos creado hasta ahora.
Si empezamos a cambiar conscientemente, nuestros pensamientos, palabras, y acciones, hacia una visión magnífica de nosotros mismos, acción que requerirá un esfuerzo físico y mental tremendo, supondrá un control constante, momento a momento de cada pensamiento, palabra y acto. Constituirá un enorme desplazamiento hacia la consciencia, descubriendo que hemos pasado a abandonar una vida inconsciente. Un reto al que nuestra alma ha aspirado desde el principio de los tiempos.
En realidad esta es nuestra segunda naturaleza, la primera consiste en amar incondicionalmente. La segunda naturaleza consiste en decidir expresar la primera, nuestra verdadera naturaleza, conscientemente.
El amor no es la ausencia de toda emoción, odio, cólera, envidia, codicia etc. sino la suma de todo sentimiento. Es la suma total, el total combinado. El todo. Así, para para que el alma pueda experimentar el amor perfecto, debe experimentar todos los sentimientos humanos. El proceso del alma humana consiste en experimentar todo eso, de modo que pueda ser todo eso. Para experimentar su grandeza, el alma debe saber que es la grandeza, y no puede hacerlo si no hay nada mas que grandeza. Así el alma se da cuenta de que la grandeza únicamente existe en el espacio que no es grandioso.
En consecuencia no condena aquello que no es grandioso, sino que lo bendice, viendo en ello una parte de si misma que debe existir para que la otra parte de si misma se manifieste. La tarea del alma consiste en hacer que escojamos la grandeza, que seleccionemos lo mejor de Quienes Somos, sin condenar aquello que no seleccionamos.
Se trata de una tarea, que requiere de muchas vidas, puesto que estamos habituados a aventurar juicios, a llamar a algo equivocado o malo o insuficiente, en lugar de bendecir lo que no escojamos.
Muchas veces mas allá de condenarlo, tratamos de dañar aquello que no elegimos, y tratamos de destruirlo. Si hay alguna religión que sea distinta a la nuestra, la consideramos equivocada. Si hay algún pensamiento que nos contradice lo ridiculizamos, Si hay alguna idea distinta a la nuestra la rechazamos. En esto nos equivocamos, puesto que creamos solo la mitad del universo. Y no podemos entender nunca nuestra mitad en tanto rechacemos la otra.
Nuestra alma aspira al mas alto sentimiento. aspira a experimentar, o sea, a ser, el amor perfecto. Es el amor perfecto y lo sabe, pero desea algo mas que saberlo. Desea serlo en su experiencia. Aspiramos a ser Dios aunque parezca una blasfemia, o expresado de otro modo, el sentimiento mas alto, el amor perfecto.
Somos bondad, misericordia, compasión y conocimiento. Somos paz, luz, y alegría. Somos perdón y paciencia, fuerza y valor. Ayuda cuando hay necesidad, consuelo cuando hay dolor, curación cuando hay herida, enseñanza cuando hay ignorancia. Somos la sabiduría mas profunda y la mas alta verdad. La paz más magnífica y el mas grandioso amor. Decimos que es difícil seguir el camino, pero yo os digo que es más difícil negar Quienes Somos, que aceptarlo.
No podemos perder la partida, no podemos fracasar, no está en el plan de Dios. No hay modo de no llegar a donde vamos. No hay modo de equivocarnos de destino. Si Dios es nuestro objetivo estamos de suerte, Dios es tan grande que no podemos perdernos.
Mucha gente sincera, se ha alzado frente a Dios pidiendo respuestas, pidiendo señales para el, o para conducir a su pueblo, y la respuesta de Dios no fueron imposiciones ni mandamientos, sino una alianza de compromiso.
Sabremos que hemos emprendido el camino hacia Dios, y sabremos que hemos encontrado a Dios, porque se darán ciertas señales, ciertas indicaciones, y ciertos cambios entre nosotros. Si Dios hubiera promulgado mandamientos estos se cumplirían automáticamente. Dios nos ha creado, nos ha hecho ciertas promesas y ha entablado ciertos compromisos con nosotros, y nos ha dicho en un lenguaje sencillo que pasará con nosotros cuando seamos uno con El.
Sabremos que hemos emprendido el camino hacia Dios, y sabremos que hemos encontrado a Dios porque: Amamos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y alma, y dejamos de rendir culto, al éxito, dinero o poder, ni ha ningún símbolo de estos. Y sabremos que hemos emprendido el camino hacia Dios porque: No usamos el nombre de Dios en vano. Porque Reservamos un tiempo que llamaremos santo, para recordar Que y Quienes Somos. Y sabremos que hemos emprendido el camino hacia Dios porque: Honramos a nuestro padre y a nuestra madre. No asesinamos y respetamos cualquier forma de encarnación concreta. No manchamos la pureza del amor. No tomamos lo que no sea nuestro. No decimos algo que no sea verdad. Y sabremos que hemos emprendido el camino hacia Dios porque: No codiciamos la esposa del prójimo, ni los bienes ajenos.
Estas son nuestras libertades, no nuestras restricciones, estos son los compromisos de Dios, no sus mandamientos, puesto que Dios no manda sobre lo que ha creado, sino simplemente dice a sus hijos cual es el camino a casa.
La iluminación consiste en entender, que no hay ningún sitio a donde haya que ir, nada que se tenga que hacer, ni nadie que se tenga que ser, excepto precisamente, quien uno esta siendo en este momento. El cielo no está en ninguna parte, y de estar lo está aquí y ahora, pues Dios se experimenta a si mismo a través de nosotros.
No podemos experimentar lo que no sabemos. Y no sabemos que estamos en el cielo aquí y ahora, porque no lo hemos experimentado. Lo que nos invita a hacer la iluminación es saber algo que no hemos experimentado y así, experimentarlo. El saber abre la puerta a la experiencia y no al revés. En realidad sabemos muchas mas cosas de las que hemos experimentado, pero simplemente no sabemos que las sabemos. Sabemos que hay un Dios, pero puede que no sepamos que lo sabemos, y de este modo seguimos esperando la experiencia. Y constantemente la estamos teniendo, pero la estamos teniendo sin saberlo, lo cual es como no tenerla en absoluto. Si en vez de movernos en círculo, fuéramos el propio círculo, esto no sería un círculo vicioso, sino un círculo sublime.
Todo al final es Espíritu, un auténtico maestro no se priva de nada. Un auténtico maestro simplemente prescinde de ello, como haría con cualquier cosa que dejara de tener utilidad para el. No debemos superar los deseos, simplemente cambiarlos, pues superarlos supone una rigurosa disciplina, en cambio cambiarlos, un divertido ejercicio. Para conocer a Dios no debemos superar todas las pasiones terrenales, es suficiente con entenderlas y aceptarlas, pues todo aquello a lo que nos resistimos, persiste, en cambio aquello que miremos, desaparecerá.
Cuando insistentemente procuramos superar todas las pasiones terrenales, y ponemos en ello demasiado empeño, eso mismo se convierte en nuestra pasión, simplemente debemos observarlo y mirar a ver si nos sirve en función de Quien Somos y Quienes Queremos Ser.
La pasión bien entendida es el amor convertido en acción. Es el combustible que alimenta el motor de la creación. Es el cambio de los conceptos a la experiencia. La pasión es el fuego que nos lleva a expresar Quienes Realmente Somos. Si negamos la pasión, equivaldrá a negar Quien Somos y Quienes Queremos Realmente Ser. La renuncia nunca supone negar la pasión, supone simplemente no preocuparse por los resultados, vivir sin la necesidad de obtener unos resultados determinados, eso es la libertad. Eso es la santidad, y esa es la experiencia de Dios.
No podemos resistirnos a algo sin que ello implique darle realidad, cuando mas nos resistimos a una energía, reconocemos que está ahí. Aquello ante lo cual abramos los ojos y lo miremos, desaparecerá, es decir dejará de mostrar su forma ilusoria. Si miramos algo veremos a su través, y a través de cualquier ilusión que muestre, apareciendo ante nosotros, ante nuestros ojos solo su realidad última. Frente a la realidad última, nuestra insignificante ilusión no tiene ningún poder y no puede seguir manteniendo su poder debilitador sobre nosotros. Veremos su verdad, y la verdad nos hará libres. Pero nunca debemos resistirnos a nada, pues así lo colocaremos con más firmeza en su lugar, pues todo pensamiento es creador.
Debemos saber que no existen los caminos equivocados, puesto que en este viaje no podemos dejar de ir a donde vamos. Es simplemente una cuestión de velocidad, en la que disponemos de más reencarnaciones, que solo existen en el ahora, un eterno momento del siempre, en el que nos experimentamos a nosotros mismos.
El sentido de la vida no es ir a un lugar, es darse cuenta de que ya estamos allí, y siempre hemos estado. Estamos constantemente y para siempre, en el momento de creación pura. El sentido de la vida es, crear Que Somos, y luego experimentarlo.
El sufrimiento es otro aspecto innecesario de la experiencia humana, es también insensato, desagradable y peligroso para la salud. El sufrimiento no tiene nada que ver con los acontecimientos de la vida, sino como reaccionamos ante ellos. Lo que sucede es meramente lo que sucede, pero lo que uno piense de ello es otra cuestión. Dios nos ha dado las herramientas con las que responder y reaccionar ante los acontecimientos, para que el sufrimiento se elimine. Pero en definitiva, no podemos conocer, ni llegar a ser, aquello que somos, en ausencia de aquello que no somos.
Continua en: "El Dios del Amor III"
No hay comentarios:
Publicar un comentario