El vocablo hereje procede de la palabra latina “haeresis” y esta es una adaptación del término griego “hairesis” que etimológicamente significa división, ruptura de la unidad, o divergencia de opinión.
Pasado poco tiempo después de la crucifixión del Cristo en el siglo I aparecen los primeros herejes del cristianismo. Los judaizantes, eran judíos conversos que estaban aferrados a sus ritos tradicionales y seguían convencidos que eran el pueblo elegido por Dios, y que Jesús había afirmado que su misión no era abolir el “Antiguo Testamento” sino la de completarlo, intentando por tanto introducir el culto y ritos hebreos en la naciente iglesia cristiana. La diferencia entre los judaizantes y los auténticos seguidores de Cristo se hizo tan tensa, que San Pedro se sintió obligado a convocar el primer concilio de la iglesia, una asamblea limitada que no figura ente los ecuménicos. En esta asamblea se debatieron las graves discrepancias existentes, terminando condenados los judaizantes y surgiendo con ello una nueva secta, los ebionitas.
Los ebionitas continuaron cumpliendo los cultos hebreos, a la vez que enaltecían la figura de Jesúscristo pero negando que fuera Hijo de Dios, considerándolo un profeta simplemente, eso sí tan importante como el mismo Moisés. Los ebionitas se circuncidaban y también se bautizaban cumpliendo todos los ritos hebreos a la vez que los cristianos, si bien estos últimos bastante deformados y ajustados a su culto. Frente a los ebionitas, había grupos de cristianos gnósticos, paganos que aceptaban la fe cristiana pero pretendían introducir en ella sus concepciones personales, basados en antiguas creencias y prácticas mágicas.
La palabra gnosis procede del griego y significa conocimiento. Los gnósticos anteponían el valor del conocimiento a la fe, “El conocimiento puede llevar a Dios” aseveraban. Este afán de llegar a Dios por el conocimiento de la Naturaleza visible e invisible, es común a todas las épocas. Estos gnósticos estaban fragmentados en sectas que admitían la existencia de seres intermedios, como eones, ángeles y otros, entre Dios y el hombre. Además afirmaban poseer los secretos del Cielo y Tierra gracias a conocer las revelaciones contenidas en el libro de Set.
Entre los gnósticos de los primeros años del cristianismo el que más fama alcanzó fue Simón el Mago, del que se habla en los “Hechos de los Apóstoles”. Aquellos que creen en la existencia de Simón, afirman que era de origen judío y que nació en Samaria. Simón aprendió diferentes secretos mágicos de su maestro llegando a convertirse en un auténtico ídolo para los Samaritanos. El se creía una divinidad dejándose adorar por sus seguidores. Simón conoció los prodigios de San Felipe que fue a Samaria a desenmascarar personalmente a Simón. Este al ver a San Felipe, reconoció a un mago con poderes superiores a los suyos decidiendo convertirse al cristianismo, y aprender lo que consideró ser una magia suprema.
Pedro muy indignado expulsó a Simón de la comunidad cristiana, el cual decidió predicar su propia doctrina, comprando una esclava a la que llamaba Selene, una médium a la que convirtió en su amante y con la que se lanzó a conquistar adeptos, predicando una mitología con ribetes mágicos.
Simón contaba a sus adeptos que era una divinidad encarnada que representaba al Sol en la Tierra, y que intentaba liberar a Selene, o Luna en griego, de unos ángeles que la habían encadenado a un cuerpo mortal.
Poco se conoce del final de la vida de Simón el Mago, el más famoso de los gnósticos, su historia se diluye en las más fantásticas leyendas. Una de estas leyendas nos cuenta que si San Pedro se trasladó a Roma, fue para destruir definitivamente las doctrinas de Simón.
La leyenda cuenta algo así:
San Pedro – Que la paz sea contigo Simón.
Simón – No necesitamos la paz, por la guerra la verdad se descubre. La paz entre adversarios es el triunfo de uno y la derrota de otro.
San Pedro - ¿Por qué rehusas la paz? Son los miedos de los hombres los que han crecido la guerra. La paz acompaña la virtud.
Simón – La virtud es la fuerza y el saber. Yo tengo los mismos atributos que tenía tu Maestro, resucito, curo a los enfermos, convierto las piedras en panes …. Y tú … ¿qué haces?
San Pedro – Yo oro por ti, a fin de que no perezcas víctima de tus prodigios y para que vuelvas a la razón.
Simón – Guarda tus oraciones ellas no subirán tan pronto como yo al cielo.
Al llegar a ese punto Simón se elevó hacia arriba levitando, para caer al instante al suelo perdiendo la vida.
Las leyendas son carentes de fundamento pero después de lo ocurrido en el encuentro con Pedro, el Mago desapareció de la historia.
Tiempo después en el siglo II aparece la secta de los ofitas del griego “ofis” serpiente. Los ofitas proclamaban que la serpiente que sedujo a Eva era el mismo Cristo. La serpiente fue la que trajo por tanto la sabiduría al Mundo. Tampoco admitían que Jesús fuera el Cristo sino que este había bajado y poseído el cuerpo de Jesús abandonándolo en el momento de la crucifixión, dejando la virtud a Jesús de resucitar como cuerpo espiritual.
Los ofitas tenían serpientes a las que domesticaban y hacían reptar por encima de las ofrendas en la Eucaristía.
Existían también sectas de ofitas anticristianos, que entendían que Cristo fue mandado al mundo para destruir la sabiduría que la serpiente había dado a los primeros hombres. Estos ofitas maldecían y renegaban de Jesucristo en el transcurso de sus ritos.
Durante el siglo II fueron numerosas las sectas heréticas que aparecieron. Por destacar algunas empezaremos por los alogos. Estos herejes negaban el “Evangelio” de San Juan y su “Apocalipsis” además de la divinidad de Jesucristo como “Verbo”.
Los adomitas se basaron en las doctrinas de Pródico, creían hallarse en el estado primitivo de inocencia, libres de pecado original, iban desnudos por la calle como Adán por el paraíso. Negaban la unidad de Dios y la necesidad de oración.
Los basilidianos seguidores de Basilides, entendían que el cristianismo había sufrido grandes alteraciones desde las enseñanzas de Jesús. Decidieron redactar de nuevo las bases del autentico cristianismo. Su libro, que se ha perdido, recogió antiguas creencias del mazdeísmo, uniendo doctrinas pitagóricas, gnósticas y judías.
El adopcionismo fue la primera herejía que intentó destruir la “Santísima Trinidad” consideraban que Jesús había sido hijo adoptivo de Dios y negaban su divinidad. Su promotor fue un rico curtidor de Bizancio llamado Teodoto, a quien el papa Víctor II condenó hacía el año 190 d.C.
Fuente: Los Apócrifos
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